El Entierro
Aquella tarde,
el crepúsculo
se dejó caer
moribundo,
desganado.
Abatido vi llegar
a la noche,
enlutada,
con sus negros
ropajes de luto.
¡El chuncho
graznó, tres veces!
¿Quién llamó
a este pájaro;
después de 20 años?
Allí, quedamos
tendidos
en esa cama,
como muertos.
Yo, con los ojos
muy abiertos
mirando al techo;
tu, como muerta.
La cama
se hizo pequeña
para contener
ese cadáver,
tan muerto.
El chuncho
graznó, de nuevo.
¡Aléjate,
pájaro sabihondo!¿Quién te llamó
después de 20 años?
En la cama
ni un solo palpitar;
hasta las sábanas
perdieron su pulso.
Su pulso blanco,
en noche de enamorados.
¿A qué mecánica
celeste obedece,
el amor que se muere?
¡Qué frío!
Mi cuerpo frío;
la noche negra
me estrangulaba:
los ojos muy abiertos,
fijos en el techo.
Afuera
ni los arboles se movían;
permanecieron
toda la noche,
tiesos y rígidos;
como espectros
del más allá.
¿Tal vez, la luz
del alba disipe
estas tinieblas?
¿Tal vez?
Tomé tu mano...
¡Hasta la esperanza
se murió!
Parecía de otro mundo.
Sí, de otro mundo.
No se movió,
no dijo nada,
no pestañeó, siquiera;
como muerta,
Cuando llegó el alba
con sus luces,
sólo mostró
lo irremediable:
¡Nuestro amor
ha muerto!
Lo dejamos allí;
enterrado.
Sin una flor,
sin un lamento;
muerto, muerto,
enterrado,
¡enterrado!!!
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